Es innegable que vivimos momentos de dificultad y debemos movernos constantemente en un entorno de incertidumbre, pero una vez asumido esto, ¿qué podemos hacer?
Tenemos varias opciones; por un lado no hacer nada. De hecho, no hacer nada es dejarse llevar por un sentimiento muy humano que nos dice; «no quiero que me pase nada”, y quizás incluso responsabilizas a otros o a situaciones que se escapan de tu control para justificar cómo están las cosas. Y es cierto que quizás no te pase nada, pero recuerda que no será nada bueno ni nada malo, ¿merece la pena?
Por otra parte, ante momentos de dificultad podemos reaccionar enfrentándonos a la situación, haciendo frente a los retos, comenzando a escribir nuestra propia historia.
Ya sabéis, lo importante no es tanto las veces que te caes, sino las veces que te levantas, y sobre todo tenemos que fijarnos en cómo lo hacemos: saliendo fortalecidos.
Pero, ¿cómo?
Es cierto que a veces no puedes cambiar lo que te sucede, pero sí puedes intervenir en la percepción que tienes sobre aquello que te sucede. Este proceso de autoanálisis puede permitirte cambiar tus pensamientos para que éstos modifiquen tus acciones y de esta manera puedas lograr objetivos a nivel personal, profesional y organizacional.
Para iniciar este proceso incorporaremos a nuestro vocabulario cotidiano una nueva palabra: resiliencia.
La resiliencia es la capacidad humana de afrontar con éxito situaciones difíciles o adversas, saber cómo resistirlas, sobreponerse a ellas e incluso, salir fortalecido.
Una persona resiliente está más preparada para hacer frente a los cambios e incertidumbres que le acontecen en el día a día. No significa en absoluto que no le vayan a afectar lo más mínimo las crisis y cambios, pero su capacidad para reaccionar ante ellos de una manera más positiva y más adaptativa será mayor. Esto le permitirá tener más capacidad de resistir, superar y aprender de estas experiencias que le harán crecer personalmente. Si en el futuro se encuentra ante una situación similar, habrá desarrollado nuevas habilidades y estrategias que tendrá a su alcance para sobreponerse a las situaciones difíciles de una forma más exitosa.
Con estos consejos podrás empezar a desarrollar tu resiliencia:
Pero, ¿cómo podemos aplicar este concepto a las empresas?
Si los individuos que forman parte de una organización están anclados en el negativismo, la rumorología, etc. ¿qué puede suceder con el clima laboral y en definitiva con la productividad? Es necesario romper este círculo autodestructivo lo antes posible.
Trabajar la resiliencia es un requisito fundamental para lograr el éxito empresarial en un entorno actual altamente competitivo. De hecho, las empresas resilientes son aquellas capaces de absorber un contexto de dificultad sin que por ello se vea afectada especialmente su rentabilidad. Incluso pueden desarrollar cierta flexibilidad y motivación que les permita acometer nuevos proyectos y recuperarse más rápidamente de las situaciones difíciles para afrontar con mayor éxito los retos futuros.
Desarrollar la resiliencia organizacional es un proyecto de alto valor añadido que conlleva un tiempo destinado al trabajo de aspectos como la autoestima, auto regulación emocional, nivel de responsabilidad individual en la consecución de los objetivos, motivación, etc. Todo ello afectará positivamente a la productividad.
En definitiva, las personas y organizaciones resilientes son aquellas que a pesar de ser vulnerables a los impactos que reciben son capaces de resistirlos mejor, adaptarse a los nuevos tiempos y superar el momento actual poniendo en juego nuevas estrategias que les permiten enriquecer sus objetivos.
La resiliencia es un camino a recorrer y cada persona tomará su propio tiempo para hacerlo. Lo bueno de trabajar este concepto es que te servirá después de que lo utilices en los malos momentos y será bueno contar con esta capacidad en todo momento.
El más largo camino empieza con un primer paso, ¿cuál será el tuyo?
Luis Pizarro
Responsable de IMAN Formación y Outplacement