Un perfil senior trae ventajas como experiencia y amplio conocimiento, que, aunque venga de otros sectores, enriquece con ideas frescas y ayuda a mejorar procesos. Además, suelen aportar estabilidad, lo que genera un entorno más seguro y reduce la rotación, algo clave para que el equipo se mantenga unido.

Gracias a los años de trabajo y experiencia, enfrentan desafíos con calma y eficiencia, aceptando críticas constructivas y resolviendo problemas de forma equilibrada. Además, su red de contactos acumulada a lo largo del tiempo es un plus, abriendo puertas a nuevas oportunidades para la empresa. Y por si fuera poco, su capacidad para transmitir conocimientos crea un ambiente donde todos aprenden y se motivan a mejorar.

Pero, por supuesto, también hay desafíos. La brecha tecnológica es una realidad: muchos Boomers no están tan familiarizados con herramientas digitales, lo cual puede limitar su eficiencia en un entorno cada vez más tecnológico. Por otro lado, los millennials y la Generación Z se desenvuelven en lo digital con total naturalidad, lo que facilita su integración en procesos modernos.

Una desventaja a tener en cuenta es que los perfiles senior, en general, pueden mostrar mayor reticencia al cambio, lo que puede dificultar su adaptación en entornos altamente dinámicos y en constante evolución.

Para reducir esta brecha, el reciclaje profesional es clave. Las empresas pueden implementar formación práctica y personalizada en tecnología, redes sociales, inteligencia artificial y otras áreas importantes. Programas de mentoría inversa, donde los más jóvenes compartan sus conocimientos tecnológicos con sus compañeros más experimentados, también pueden ser muy efectivos.